domingo, 3 de febrero de 2013

¿Cuánto y cómo estudiar?



La práctica diaria

Damián Rey
damianrey@montevideo.com.uy



Quiero presentaros un recurso nuevo, muy bueno, aunque reconozco que para más de una persona quedará fuera de sus posibilidades.
Se trata de un interesante blog, The bulletproof musician, de Noa  Kageyama.  ¿El inconveniente?, el idioma. Aunque está escrito en un inglés muy coloquial, lo cierto es que...si a la mayoría de las personas les aborrece leer en castellano...¡como para hacerlo en otro idioma!
Para abriros el gusanillo de la curiosidad a quienes os desenvolvéis con el inglés, y no os podáis resistir a visitar y consultar el blog, y para consuelo de quienes de otro modo no se enterarían de nada, he esperado a la traducción de una de las entradas de ese blog. Debemos darle las gracias a Jesús, profesor de piano del conservatorio que desde el primer momento vio la utilidad del blog  al que me refiero y se ofreció voluntario para traducir el artículo titulado ¿Cuántas horas al día deberías practicar? Aunque el artículo parezca un poco largo, merece la pena leerlo, es más, no tiene desperdicio. Aquí tenéis la traducción:

¿Cuántas horas al día deberías practicar?

Por el Dr. Noa Kageyama
Traducido por Jesús Menéndez

¿2 horas? ¿4 horas? ¿8 horas? ¿12 horas? ¿Cuánto es suficiente?
¿Se puede llegar a practicar demasiado? ¿Hay un número óptimo de horas de práctica?
 ¿Qué dicen los grandes intérpretes?

Algunos de los grandes artistas del siglo XX han compartido sus opiniones sobre estas cuestiones. Una vez leí una entrevista con Rubinstein (puede ser que con Horowitz – no lo recuerdo exactamente, en la que afirmó que nadie debería estudiar más de cuatro horas al día, explicando que si uno necesitaba practicar más de cuatro horas al día, probablemente no lo estuviera haciendo bien.
Otros grandes artistas han expresado sentimientos similares. Se dice del violinista Nathan Milstein que una vez preguntó a su maestro Leopold Auer cuántas horas al día debería practicar. “Si practicas solo con los dedos, no hay cantidad suficiente”, fue la respuesta de Auer. “Si practicas con la cabeza, dos horas es bastante”.
Heifetz también indicaba que él nunca había creído en el hecho de practicar demasiado, y que “la práctica excesiva es igual de mala que practicar demasiado poco”. Afirmaba que no practicaba más de tres horas como media por día y que no practicaba en absoluto los domingos. Sabéis, esto no es mala idea – uno de mis profesores, Donald Weilerstein, me sugirió una vez establecer un período de 24 horas a la semana donde no me permitiera acercarme al instrumento.
¿Qué dicen los psicólogos?

En lo que se refiere a comprender la pericia y la interpretación experta, el psicólogo Dr. K. Anders Ericsson es, quizás, la primera autoridad mundial. Su investigación es la base de la “regla de los diez años” y la “regla de las 10.000 horas” que sugiere que se necesitan al menos 10 años y/o 10.000 horas de práctica “deliberada” para conseguir un nivel experto de actuación en cualquier materia dada – y en el caso de los músicos, cerca de los 25 años en lograr un nivel de elite internacional. Nótese que la clave no es la cantidad de práctica requerida sino el tipo de práctica requerida para conseguir un nivel experto de interpretación. En otras palabras, el hecho de practicar simplemente al viejo estilo no funciona.

 Práctica inconsciente

¿Habéis escuchado alguna vez practicar a alguien? ¿Os habéis escuchado practicar? Grabaos practicando durante una hora, dad un paseo por la zona de estudio y fisgonead a vuestros compañeros, o pedid a vuestros alumnso que hagan como si estuvieran en casa y observadles practicar en una clase. ¿Qué veis?

Os daréis cuenta de que la mayoría de los colegas practican más bien sin fijarse, o repitiendo simplemente (“practica este pasaje diez veces” o “practica esta pieza durante 30 minutos”) o practicando “poniendo el piloto automático” (esto es cuando tocamos la pieza hasta que escuchamos algo que no nos gusta, paramos, repetimos el pasaje hasta que suene mejor y continuamos tocando la pieza hasta que oigamos lo siguiente con lo que no estemos satisfechos, repitiendo el círculo vicioso).

Hay tres problemas importantes con el método inconsciente de estudio:

1.     Es una pérdida de tiempo

¿Por qué? Para empezar, se produce muy poco aprendizaje productivo cuando practicamos así. De esta manera podemos estudiar una pieza durante horas, días o semanas y veremos que no hemos avanzado demasiado. Lo que es peor, os estaréis hundiendo practicando así, porque lo que produce este método es fortalecer hábitos y errores indeseables. Esto hace más difícil corregir los malos hábitos después, lo que en realidad hacéis es añadir tiempo de estudio para poder eliminar esos errores adquiridos. Una vez trabajé con un profesor de saxo que era aficionado a decirles a sus alumnos que “La práctica no hace la perfección, la práctica hace la fijación”.

2.    Te hace más inseguro

Además, practicar de esta manera, no te crea confianza en ti mismo, porque una parte de ti se da cuenta de que no sabes cómo conseguir los resultados que estás persiguiendo. Incluso si estableces un índice elevado de éxito en los pasajes más difíciles a través de la práctica inconsciente y consigues acertar en tres o cuatro de cada cinco intentos, tu seguridad no se afianzará.

La seguridad escénica viene de:

(a)   Ser capaz de hacerlo bien el cien por ciento de las veces.

(b)   Saber que esto no es una coincidencia sino que lo puedes hacer bien cuando quieres.

(c)    Saber precisamente porqué aciertas o fallas – es decir, saber perfectamente qué necesitas hacer desde un punto de vista técnico para tocar el pasaje correctamente todas las veces.

Puede que no seas capaz de tocar el pasaje perfectamente todas las veces al principio, pero para esto sirve la repetición, para reforzar los hábitos correctos hasta que sean más fuertes que los vicios. Es un poco como hacer crecer un bonito césped. En vez de luchar eternamente contra las malas hierbas, empleas tu tiempo en cultivar el césped, de manera que con el tiempo la hierba vaya desplazando a la maleza.

Y aquí está lo más importante: tendemos a practicar inconscientemente y entonces intentamos interpretar conscientemente, lo que no es una gran fórmula de éxito. Recuerda que: tenemos una inclinación de cambiar hacia el lado izquierdo hiperanalítico de nuestro cerebro cuando salimos al escenario. Entonces, si has practicado la mayor parte del tiempo inconscientemente, no saber cómo tocar tu partitura perfectamente a tu voluntad. Cuando tu cerebro va de repente hacia un modo de total consciencia, terminas aterrándote, porque no sabes qué instrucciones darle a tu cerebro.

3.    Es tedioso y aburrido

Practicar inconscientemente es muy aburrido. La música puede ser una de las actividades basadas en una destreza en la que los objetivos de práctica se miden en unidades de tiempo. Todos hemos tenido profesores que nos dicen que volvamos a casa a practicar un pasaje cierto número de veces, o practicar cierto número de horas, ¿verdad? Lo que necesitamos realmente son objetivos más específicos respecto al resultado – tales como, “practica este pasaje hasta que suene como_______” o practica este pasaje hasta que puedas comprender cómo hacerlo sonar así________”

Después de todo, realmente no importa cúanto tiempo necesitamos practicar algo, solo que sepamos cómo conseguir los resultados que queremos y hacerlo de una manera consistente, a voluntad.

Práctica deliberada

Entonces ¿qué es la práctica deliberada o consciente? La práctica deliberada es una actividad sistemática y altamente estructurada que es, a falta de una palabra mejor, científica. En vez de un proceso inconsciente de ensayo-error es un proceso activo y meditado de experimentación con objetivos e hipótesis claros. El violinista Paul Cantor dijo una vez que la sala de práctica debería ser como un laboratorio, donde uno puede jugar libremente con ideas diferentes, tanto musicales como técnicas, para ver qué combinación de ingredientes produce el resultado que estás buscando.

La práctica deliberada es a menudo lenta y requiere la repetición de secciones pequeñas y muy específicas en vez de tocar todo de arriba a abajo (por ejemplo trabajando la nota inicial de tu solo para asegurarte de que suena exactamente como quieres, en vez de tocar la frase entera).

La práctica deliberada comprende monitorizar la interpretación de cada uno (en tiempo real, pero también mediante grabaciones), buscando continuamente nuevas maneras de mejorar. Esto quiere decir escuchar realmente lo que pasa, de tal manera que puedas decirte a ti mismo exactamente qué es lo que salió mal. Por ejemplo: ¿fue demasiado alta la primera nota? ¿baja? ¿Demasiado fuerte? ¿Demasiado suave? ¿Demasiado áspera? ¿Demasiado corta? ¿Demasiado larga?

Digamos que la nota fue demasiado alta y larga, con falta de ataque. Bien, ¿cómo fue de alta? ¿Poco? ¿Mucho? ¿Cómo se pasó de larga respecto a lo que tú querías? ¿Cuánto más ataque necesitaba?

De acuerdo, la nota fue un poco demasiado alta, un pelín larga, y requería un ataque mucho más claro para ser coherente con la articulación y dinámicas marcadas. Entonces, ¿por qué la nota salió alta? ¿Qué hiciste? ¿Qué necesitas para asegurarte de que la nota esté siempre afinada? ¿Cómo te aseguras de que la longitud es la que deseas y cómo consigues un ataque limpio y claro para empezar la nota de manera que comience en el carácter adecuado?

Ahora, imaginemos que grabaste todo esto y pudieras escuchar cómo sonó este último intento. ¿Esa combinación de ingredientes da el resultado deseado? Dicho de otra manera, ¿esa combinación de ingredientes transmite el carácter que quieres comunicar al oyente tan efectivamente como pensaste que podrías? Pocos músicos se toman el tiempo de parar, analizar qué salió mal, porqué sucedió y cómo pueden corregir el error permanentemente.

¿Cuántas horas al día debería estudiar?

Te darás cuenta de que la práctica deliberada es agotadora, debido a la tremenda cantidad de energía que se requiere para mantener los recursos de atención plena en la tarea que tenemos a mano. Practicar más de una hora a la vez no parece ser productivo y, honradamente, probablemente no es posible mental o emocionalmente. Incluso los más aplicados encontrarán difícil practicar más de cuatro horas al día.

Los estudios han variado la longitud de la práctica diaria de una a ocho horas, y los resultados sugieren que normalmente hay poco provecho en practicar más de cuatro horas al día. Los beneficios empiezan a declinar a partir de las dos horas. La clave está en mantener tus propias marcas en el nivel de concentración que seas capaz de mantener.


5      Claves para una práctica más efectiva.

      1.     Duración

Limita tus prácticas al tiempo que puedes mantener estando concentrado. Podría ser en períodos desde 10 ó 20 minutos para niños más pequeños, hasta 45 ó 60 para más edad.

      2.   Horarios

Registra los momentos del día en los que tiendes a tener más concentración. Podría ser en la primera hora de la mañana, justo antes de comer, etc. Intenta practicar en esos períodos productivos, porque en esos momentos serás capaz de concentrarte y pensar con más claridad.

       3.  Objetivos

Intenta usar un cuaderno de práctica. Registra tus objetivos y lo que descubras durante el estudio. La clave de ingreso en la “zona” al practicar es intentar constantemente tener claridad en la intención. En otras palabras, tener una idea clara del sonido que quieres producir, o el fraseo particular que te gustaría realizar, o la articulación específica, afinación, etcétera, que te gustaría ejecutar de una manera competente.

Cuando descubras algo, anótalo. Cuando empecé a practicar más conscientemente, empecé a aprender tanto durante la práctica que si no lo escribía todo, se me olvidaba.

       4.    Más eficiente, no más duro.

A veces si un pasaje en particular no sale como queremos, eso significa que necesitamos practicar más. Sin embargo, hay veces en las que no necesitamos trabajar más duramente, sino que necesitamos una técnica o una estrategia diferente.

Recuerdo mi lucha con la variación en “pizzicato” en el Capricho nº 24 de Paganini. Me estaba desmoralizando intentando hacer sonar las notas cada vez con más ganas, pero todo lo que conseguí fue que se me hincharan los dedos, incluso que un par de ellos empezasen a sangrar. Entonces me di cuenta de que tenía que buscar un modo más eficiente para conseguir mi propósito. En vez de mantener “machaconamente” una estrategia o técnica que no me estaba funcionando, me forcé a parar de practicar toda esta sección entera. Intenté buscar distintas soluciones al problema para un día y las escribí según se me iban ocurriendo. Cuando sentí que había conseguido soluciones prometedoras, empecé a experimentar. Finalmente llegué a una solución que trabajé durante la semana siguiente y entonces toqué el capricho para mi profesor y ¡me preguntó cómo había hecho para que las notas sonasen tan claramente!


         5.    Modelo de solución de problemas

Considera este modelo general de resolución de problemas en seis pasos resumidos debajo. ( adaptación de otros procesos de resolución de problemas online).

                   1.       Define el problema (¿Cómo quiero que esta nota/frase suene?)

                   2.       Analiza el problema (¿Qué provoca que suene así?)

                3. Identifica soluciones potenciales (¿Qué puedo cambiar para hacerlo sonar como yo quiero?)

                   4.     Analiza las soluciones potenciales para seleccionar la más efectiva (¿Qué cambios parecen funcionar mejor?)

                    5.      Aplica la mejor solución (Haz permanentes los cambios)

                    6.     Monitoriza las mejoras (¿Estos cambios siguen produciendo los resultados que busco?)


O, aún más simple, revisa este modelo del libro de Daniel Coyle “The talent’s code”.

1. Escoge un objetivo.

2. Alcánzalo.

3. Evalúa el recorrido entre el objetivo y su consecución.

4. Vuelve al primer paso.

No importa si hablamos de técnica perfecta o experimentando con diferentes ideas musicales. Cualquier modelo que nos ayude a obtener un pensamiento activo más sistemático y eficiente y objetivos claramente articulados nos ayudará a acabar con el tiempo inefectivo y por lo tanto perdido de práctica.

Después de todo, ¿quién quiere pasarse el día estudiando? ¡Ponte a estudiar, consigue lo que quieres y vete!

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